lunes, 26 de noviembre de 2007

La socialización de los hijos dentro de las sectas

Hace unas horas mi colega el ya Dr. Pepe Rodriguez, profesor de periodismo de investigación en la Universidad Autónoma de Barcelona y uno de los máximos referentes internacionales en la investigación de las sectas destructivas, me comunicaba la buena nueva. Su tesis doctoral, presentada en la Facultad de Psicología de la Universidad de Barcelona, con el título: "Socialización en contextos familiares en los que las creencias de los progenitores son percibidas por los hijos/as como radicales o sectarias: Un estudio retrospectivo", ha obtenido la calificación de excelente cum laude.

No podia ser de otra manera. Los directores de la tesis: Dr. Ferran Casas y Dr. José Manuel Cornejo; y el tribunal: Dr. Federico Javaloy (Presidente), Dr. Andrés Canteras (1º Vocal), Dr. Anastasio Ovejero (2º Vocal), Dr. Gerard Martínez (3º Vocal) y Dr. Álvaro Rodríguez (Secretario), han valorado los años de experiencia y dedicación de Pepe Rodríguez otorgando a su tesis doctoral la mejor calificación.

En un espacio dedicado a la criminalidad como factor criminógeno, está claro que las victimología de las sectas es un tema más que oportuno, por eso, con el permiso de Pepe, reproduzco aquí el resumen y las conclusiones de su magnífico trabajo:



Socialización en contextos familiares en los que las creencias de los progenitores son percibidas por los hijos/as como radicales o sectarias:
Un estudio retrospectivo

RESUMEN: En esta investigación retrospectiva se analizan las circunstancias y consecuencias que se dieron en los hijos/as socializados en familias en las que uno o ambos progenitores mantienen una creencia y/o afiliación grupal percibida como radical o sectaria.Se define la familia con “parentalidad sectaria” y, del estudio comparativo de las muestras seleccionadas, se concluye que: 1) La afiliación parental a un grupo de creencia incidió negativamente en la calidad de las relaciones intrafamiliares, en la expresión de los roles parentales y, en general, en las circunstancias que vivieron los sujetos investigados en su infancia y adolescencia. Esas pautas familiares negativas se incrementan cuando el grupo de referencia es más dogmático y menos permeable socialmente. 2) Los aspectos negativos en la vida familiar están más relacionados con el modo radical con que las figuras parentales vivieron sus creencias, que con el hecho de la afiliación en sí misma. 3) Los efectos esperables de estilos parentales de relación/educación de tipo autoritario y/o indiferente explican mejor las vivencias familiares y personales insatisfactorias de los sujetos que la afiliación a un grupo de creencia o la vivencia radical de sus doctrinas. En las familias afiliadas y/o con progenitores con estilos de relación/educación de perfil autoritario y/o negligente, los hijos/as experimentaron en mayor grado: 1) ambiente familiar desfavorable, con deficiente relación afectiva y comunicativa entre los miembros de la familia; 2) estilos de vida discrepantes del entorno social, con pautas de conducta parentales limitadoras, aislantes y frustrantes;3) conductas parentales represoras; 4) transmisión de valores de conformidad, tendentes a potenciar rigidez de carácter y subordinación;5) bajo cumplimiento parental de derechos del menor; 6) estrategias parentales coactivas para hacer cumplir las normas familiares; 7) administración parental de más castigos que premios; 8) conductas parentales de maltrato emocional;9) vivencias negativas de insatisfacción, soledad y falta de libertad; 10) conductas dependientes y de no afrontamiento ante conflictos personales; 11) situaciones cotidianas generadoras de temor, culpa intensa y aislamiento; 12) relaciones sociales cotidianas deficientes (en adolescencia), por ser escasas, insatisfactorias, desconfiadas, dificultosas y superficiales; 13) tendencia (en adolescencia) a la insatisfacción vital y estados depresivos; a la pasividad social; a la perspectiva vital religioso-trascendente; y a tolerar con dificultad la frustración y la ambigüedad;14) tendencia (en la edad adulta) a la inseguridad y dependencia; al retraimiento social; a actuar bajo pautas de perfeccionismo y sobreexigencia; y al pensamiento mágico.Los resultados de esta investigación sugieren que las tipologías de las figuras parentales, sus estilos de relación/educación predominantes, son lo fundamental para poder explicar y valorar las conductas y vivencias —positivas o negativas— observadas. Mientras que la afiliación familiar a un grupo de creencia, o a una “secta”, actúa como un catalizador que puede acentuar —y teñir ideológicamente— tendencias ya presentes y activas en los progenitores antes de su afiliación. Estas conclusiones en torno a la familia con “parentalidad sectaria” son de especial importancia para los profesionales dedicados a la protección del bienestar de los menores desde el campo de la salud, trabajo social, docencia y Administración de Justicia.





V. CONCLUSIONES


Las conclusiones que, a partir de los resultados obtenidos y de la discusión realizada, pueden presentarse son tres de ámbito global que, seguidamente, se desglosarán en 20 conclusiones específicas.

a) Desde la perspectiva de los hijos/as, la afiliación de una o ambas figuras parentales a un grupo de creencia (en el sentido tomado en esta investigación) incidió claramente —y de forma negativa— en la calidad de las relaciones intrafamiliares, en la expresión de los roles parentales y, en general, en las circunstancias en las que se desarrolló la infancia y adolescencia de los sujetos investigados. Viéndose que las pautas familiares negativas tendieron a incrementarse a medida que el grupo de referencia era más dogmático y menos abierto y permeable socialmente.

b) La evaluación retrospectiva de la incidencia negativa de la afiliación parental a un grupo de creencia, en la vida familiar y en la socialización de los hijos/as, estuvo relacionada, en algunos aspectos, con dogmas peculiares de la doctrina seguida, pero, en general, parece estar mucho más relacionada con el modo radical con que una parte de las figuras parentales vivieron sus creencias y las trasladaron al seno familiar.

c) La presencia de actitudes y conductas parentales percibidas por los hijos/as como radicales, sin embargo, sólo alcanza pleno significado al relacionarse con la alta concentración, en las familias estudiadas —mayoritariamente de estatus económico-social y cultural medio-bajo—, de estilos de relación/educación parentales de tipo autoritario e indiferente; éstos, o más bien sus efectos, son el aspecto que mejor contribuye a explicar el alto grado de vivencias familiares y personales insatisfactorias señaladas por los sujetos estudiados, ya fuesen éstos hijos/as de progenitores con afiliación a un grupo de creencia o sin ella.
De forma más específica:

1) La calidad del ambiente familiar, durante la infancia y adolescencia de los sujetos, y de las relaciones de éstos con sus figuras parentales (relaciones afectivas y comunicación) fue experimentada de manera más deficiente y desfavorable por los hijos/as de familias con afiliación a un grupo de creencia que por los hijos/as de familias sin esta característica. Esta tendencia fue más evidente y marcada para los hijos/as de familias en las que predominó un estilo de relación/educación autoritario o indiferente/negligente que para los de familias con un estilo preferentemente inductivo o democrático.

2) La calidad de las relaciones intrafamiliares se vio seriamente influenciada por la afiliación familiar a una “secta”, con una incidencia claramente negativa en las relaciones de las figuras parentales entre sí; en las del sujeto con su padre, con su madre y con sus hermanos/as; y en las de los hermanos/as con las figuras parentales. La evaluación más negativa de la incidencia de la afiliación en las relaciones intrafamiliares —especialmente entre ambas figuras parentales— se dio en las familias testigos de Jehová (un grupo caracterizado por su gran dogmatismo doctrinal y aislamiento social).

3) Los estilos de vida familiares cotidianos tienden a concretarse con más frecuencia en una mayor discrepancia —respecto a los percibidos como mayoritarios en la sociedad— y en pautas de conducta limitadoras, aislantes y frustrantes para los hijos/as en las familias con afiliación a un grupo de creencia que en las familias sin afiliación; y esas pautas parentales negativas son tanto más frecuentes cuanto más dogmático y menos abierto y permeable socialmente sea el grupo al que se esté afiliado (que, en este trabajo, se corresponde con Testigos de Jehová). Esta tendencia fue más evidente y marcada en función de los estilos parentales, así, las tipologías autoritaria e indiferente se relacionaron con una elevada discrepancia entre los estilos de vida familiares y los estilos de vida cotidianos del entorno social, con el consiguiente impacto negativo para los hijos/as, mientras que los progenitores con tipología afectuosa se relacionaron con una discrepancia menor entre los estilos de vida familiar cotidianos y los mayoritarios en la sociedad.

4) Para la toma de decisiones familiares, en las familias con afiliación a un grupo de creencia las fuentes más influyentes fueron la doctrina del grupo de afiliación y la opinión personal de la madre (afiliada en todos los casos), y no tuvo importancia ninguna procurar el consenso entre las figuras parentales ni la opinión de los hijos/as; mientras que en las familias sin afiliación las fuentes más influyentes se dividieron equitativamente entre la opinión personal de la madre, la opinión consensuada entre ambos progenitores y la opinión personal del padre.

5) Las conductas parentales represoras fueron más frecuentes en las familias con afiliación a un grupo de creencia que entre las familias sin afiliación; mientras que en las conductas estimuladoras se dio justo lo contrario. Las conductas maternas represoras —las madres son siempre las más implicadas en las interacciones con sus hijos/as— fueron significativamente superiores en las familias testigos de Jehová y en las católicas radicales que en las familias sin afiliación. Esta tendencia fue más evidente y marcada en función de los estilos parentales, así, las conductas represoras de los progenitores fueron más frecuentes en relación a la tipología autoritaria; las conductas estimuladoras lo fueron respecto a la tipología afectuosa; y la tipología indiferente fue la que puntuó más bajo en conductas represoras y estimuladoras.

6) La transmisión de valores en el seno familiar presentó un mejor perfil en las familias sin afiliación a un grupo de creencia —dominando los valores positivos y reforzadores, de autodirección y prosociales—, mientras que en las familias con afiliación a un grupo de creencia sobresalieron valores de conformidad, que tendían a potenciar la rigidez de carácter y la subordinación. Pero, en cualquier caso, el mejor perfil en transmisión de valores positivos y reforzadores lo presentaron las tipologías parentales afectuosas (estilo inductivo/democrático), mientras que el peor lo dieron las indiferentes; siendo las tipologías parentales autoritarias las que más puntuaron en relación a valores tendentes a potenciar la rigidez de carácter y subordinación.

7) El cumplimiento parental de los derechos del menor fue más bajo entre las familias con afiliación a un grupo de creencia —dándose el menor cumplimiento en las familias testigos de Jehová— que entre las familias sin afiliación. Esta tendencia fue más evidente y marcada para los hijos/as de familias en las que predominó un estilo de relación/educación autoritario o indiferente/negligente (con menor grado de respeto a los derechos de los hijos/as) que para los de familias con un estilo preferentemente inductivo o democrático (con mayor grado de respeto).

8) Las estrategias parentales para hacer cumplir las normas familiares a los hijos/as tendieron a usar la coacción —por parte de ambos progenitores— en mayor medida en las familias con afiliación a un grupo de creencia —especialmente en las testigos de Jehová— que en las familias sin afiliación; mientras que el recurso a la reflexión y diálogo con los hijos/as fue más frecuente en las familias sin afiliación que entre las familias con afiliación. Esta tendencia fue más evidente y marcada en función de los estilos parentales, así, la tipología autoritaria fue la que recurrió con mayor frecuencia a las estrategias más coactivas, la tipología indiferente fue la que presentó una menor implicación en hacer cumplir las normas familiares a los hijos/as, y la tipología afectuosa fue la que manifestó conductas más equilibradas y dialogantes y menos represoras.
9) La administración parental de castigos a los hijos/as fue mucho más frecuente entre las familias con afiliación a un grupo de creencia —especialmente entre testigos de Jehová— que entre las familias sin afiliación, mientras que la frecuencia de la administración de premios se dio inversamente. Esta tendencia fue más evidente y marcada en función de los estilos parentales, así, la tipología autoritaria —seguida por la indiferente— fue la que recurrió con mayor frecuencia a los castigos, mientras que la afectuosa fue más proclive a usar premios con sus hijos/as

10) Las conductas parentales de maltrato emocional a los hijos/as se dieron con mayor frecuencia entre las familias con afiliación a un grupo de creencia —especialmente por parte de las madres testigos de Jehová— que entre las familias sin afiliación, mientras que las conductas de apoyo a los hijos/as se dieron con una frecuencia inversa. Esta tendencia fue más evidente y marcada en función de los estilos parentales, así, la tipología autoritaria fue la que recurrió con más frecuencia a conductas de maltrato emocional hacia sus hijos/as, mientras que la tipología afectuosa recurrió muy poco al maltrato emocional y utilizó mucho más las conductas de apoyo a los hijos/as, y la tipología indiferente fue la que menor apoyo prestó a sus hijos/as.

11) Las vivencias experimentadas, durante su infancia y adolescencia, por los hijos/as de familias con afiliación a un grupo de creencia fueron con mayor frecuencia negativas (soledad, insatisfacción, falta de libertad) que las vividas por los de familias sin afiliación; mientras que las vivencias positivas de apoyo fueron experimentadas en mayor medida por los hijos/as de familias sin afiliación. Esta tendencia fue más evidente y marcada en función de los estilos parentales, así, los hijos/as de progenitores con tipología autoritaria e indiferente experimentaron con mayor frecuencia vivencias negativas (soledad e insatisfacción, falta de libertad, inquietud), mientras que los de progenitores con tipología afectuosa experimentaron con mayor frecuencia vivencias positivas (libertad, apoyo, interés cultural).

12) Las conductas adoptadas por los hijos/as para afrontar problemas y conflictos personales tienden con mayor frecuencia hacia conductas dependientes y de no afrontamiento en los de familias con afiliación a un grupo de creencia que en los de familias sin afiliación, mientras que entre los hijos/as de familias sin afiliación se tiende en mayor medida hacia conductas más autónomas, independientes y basadas en la propia responsabilidad del sujeto que entre los de familias con afiliación a un grupo de creencia. Esta tendencia fue más evidente y marcada en función de los estilos parentales, así, las tipologías parentales autoritaria e indiferente se relacionaron con una mayor tendencia de sus hijos/as hacia conductas más dependientes y de no afrontamiento, mientras que la afectuosa se relacionó con una mayor tendencia de sus hijos/as hacia conductas más autónomas, independientes y centradas en la propia responsabilidad.

13) Las situaciones cotidianas capaces de generar una percepción de temor en los hijos/as —ante la posibilidad de exclusión social, de incumplir normas morales y de fracaso vital—, se dieron con mucha más frecuencia entre los sujetos procedentes de familias con afiliación a un grupo de creencia que entre los hijos/as de familias sin afiliación. Esta tendencia fue más evidente y marcada en función de los estilos parentales, así, los hijos/as de progenitores con tipología autoritaria e indiferente experimentaron con mayor frecuencia situaciones cotidianas generadoras de temor, mientras que los hijos/as de progenitores con tipología afectuosa las vivieron en menor medida.

14) Las situaciones cotidianas capaces de generar una percepción de culpabilidad intensa en los hijos/as, se dieron con mucha más frecuencia entre los sujetos procedentes de familias con afiliación a un grupo de creencia que entre los hijos/as de familias sin afiliación. Esta tendencia fue más evidente y marcada en función de los estilos parentales, así, los hijos/as de progenitores con tipología autoritaria e indiferente experimentaron con mayor frecuencia situaciones cotidianas generadoras de culpa intensa, mientras que los hijos/as de progenitores con tipología afectuosa las experimentaron en menor medida.

15) Las situaciones cotidianas capaces de generar una percepción de aislamiento en los hijos/as, se dieron con mucha más frecuencia entre los sujetos procedentes de familias con afiliación a un grupo de creencia —especialmente entre testigos de Jehová— que entre los hijos/as de familias sin afiliación. Esta tendencia fue más evidente y marcada en función de los estilos parentales, así, los hijos/as de progenitores con tipología indiferente y autoritaria experimentaron con mayor frecuencia situaciones cotidianas generadoras de aislamiento, mientras que los hijos/as de progenitores con tipología afectuosa las experimentaron en menor medida.

16) La calidad de las relaciones cotidianas mantenidas con las personas del entorno social —no sectario— por los hijos/as de familias con afiliación a un grupo de creencia fue mucho peor —por ser escasas, insatisfactorias, desconfiadas, dificultosas y superficiales— que entre los de familias sin afiliación. Esta tendencia fue más evidente y marcada en función de los estilos parentales, así, los hijos/as de progenitores con tipología indiferente y autoritaria experimentaron en alto grado y frecuencia el aislamiento social respecto a la gente de su entorno, mientras que entre los hijos/as de progenitores con tipología afectuosa la calidad de este tipo de relaciones sociales fue buena.

17) Los adolescentes hijos/as de familias con afiliación a un grupo de creencia tendieron a presentar en su perfil psicosocial, en mayor medida que los hijos/as de familias sin afiliación, insatisfacción vital y estados depresivos, comportamiento social pasivo, perspectiva vital religioso-trascendente y dificultad para tolerar la frustración y la ambigüedad. Esta tendencia fue más evidente y marcada en función de los estilos parentales, así, los hijos/as de progenitores con tipología indiferente y autoritaria experimentaron en mayor medida que los hijos/as de progenitores con tipología afectuosa, insatisfacción vital, comportamiento social pasivo, perspectiva vital religioso-trascendente, necesidad de reconocimiento externo y dificultad para tolerar la frustración y la ambigüedad.

18) En su edad adulta, los hijos/as de familias con afiliación a un grupo de creencia presentan, en mayor medida que los hijos/as de familias sin afiliación, tendencia a la inseguridad y dependencia, al retraimiento social, a actuar bajo pautas de perfeccionismo y sobreexigencia y a mantener un cierto nivel de pensamiento mágico —un aspecto relacionado con un locus control externo—, así como una menor tendencia a las conductas y percepciones que denotan seguridad en sí mismo. Esta tendencia fue más evidente y marcada en función de los estilos parentales, así, los hijos/as de progenitores con tipología autoritaria e indiferente se reconocieron como actualmente más propensos que los hijos/as de progenitores afectuosos a experimentar los estados recién citados, mientras que éstos manifestaron una superior seguridad en sí mismos que aquellos.

19) Las dificultades que pueden experimentar los hijos/as de familias con afiliación a un grupo de creencia, a la hora de decidir abandonar la creencia familiar común, se relacionan con el temor a la pérdida de la red de apoyo social y emocional (amigos y familiares) y de normas o valores que orienten su vida cotidiana; con la percepción de ser dependiente y falto de autonomía e iniciativa en exceso, así como de tener una preparación insuficiente; y con la dificultad derivada del aislamiento, escasez y pobreza de las relaciones sociales y emocionales mantenidas con las personas ajenas al grupo de creencia familiar. Esta tendencia fue más evidente y marcada en función de los estilos parentales, así, los hijos/as de progenitores con tipología autoritaria e indiferente vivieron con mayor intensidad las dificultades recién descritas, mientras que los hijos/as de progenitores de tipología afectuosa las vivieron en mucho menor grado.

20) El abandono de la creencia común por parte de un hijo/a de una familia con afiliación a un grupo de creencia, repercutió en un muy notable deterioro de las relaciones de ese sujeto con los familiares que siguieron en el grupo, y también se tradujo en el corte de relaciones con todos o buena parte de los amigos/as que siguieron afiliados a él. Este deterioro en las relaciones fue tanto más común e intenso cuanto más dogmático y menos abierto y permeable socialmente fuese el grupo de afiliación familiar (siendo más profundo este deterioro entre los testigos de Jehová); y/o cuanto menos inductivo/democrático fuese el estilo de relación/educación parental predominante.

En síntesis, los resultados hallados en esta investigación sugieren que las tipologías de las figuras parentales, sus estilos de relación/educación predominantes, son básicas y sustanciales para explicar los aspectos —positivos o negativos— observados en la muestra investigada, mientras que la afiliación parental a un grupo de creencia, a una “secta”, se limita a actuar como un catalizador o dinamizador —de trascendencia variable en función de algunas características estructurales, funcionales e ideológicas del grupo— que puede acentuar —dotando de cierto tinte ideológico— tendencias ya presentes y activas en el perfil psicosocial de los progenitores previo a —o más allá de— su afiliación.

Lo notorio y sustancial, para valorar el entorno y circunstancias de la socialización de menores hijos/as de familias con afiliación a un grupo de creencia, no es la pertenencia parental a un grupo determinado, sea éste “secta”, “secta destructiva” o cualquier otra posibilidad, sino el hecho de que los progenitores conformen una familia con “parentalidad sectaria”, según se la ha definido en este trabajo.

domingo, 25 de noviembre de 2007

Se Busca: D. B. Cooper el ladrón paracaidista

El 24 de noviembre de 1971, un hombre en traje negro secuestró un avión, logró un rescate de 200.000 dólares y huyó saltando en paracaídas a 3.000 metros de altitud sobre el Estado de Washington. Desde entonces, su identidad se ha convertido en una leyenda. Ahora, el FBI, tras investigar a más de mil sospechosos, tiene nuevas pistas..

En Ariel, un pequeño pueblo del Estado de Washington situado entre pinares y ríos embravecidos, no sólo se comió pavo el pasado jueves como obliga el rito del Día de Acción de Gracias. En este lugar y en estas fechas es tradición brindar en la taberna del pueblo a la salud de un hombre que quizá aún esté vivo o quizá ya esté muerto, pero que, al margen de su propia suerte, se instaló en la leyenda en 1971 para jamás abandonarla.
En Ariel quieren creer que D. B. Cooper, el misterioso pasajero que el 24 de noviembre de aquel año secuestró un avión en Portland (Oregón), pidió un rescate de 200.000 dólares y se esfumó sin dejar rastro tras saltar en paracaídas con el botín sobre el Estado de Washington, sigue vivo. Nunca se encontró su cadáver. Tampoco el dinero. Ni el paracaídas. Por eso, cada año, decenas de admiradores de este personaje misterioso peregrinan a la Taberna de Ariel a celebrar su hazaña durante los llamados días de D. B. Cooper. Es el único caso sin resolver de la historia de los secuestros aéreos. Y uno de los crímenes más célebres y celebrados de Estados Unidos.
D. B. Cooper ha tenido cientos de aspirantes a interpretarle en la vida real. Pero a los más de mil sospechosos que han pasado por el tamiz del FBI se ha unido este año, de la mano del detective neoyorquino Skipp Porteous, de la agencia Sherlock Investigations, un nuevo nombre: Kenny Christiansen. Amante del bourbon con soda, ex militar, ex paracaidista, ex azafato de vuelo y vecino del Estado de Washington hasta su muerte en 1994, Kenny Christiansen es, según su hermano Lyle Christiansen, D. B. Cooper, el hombre atento y reservado que secuestró un Boeing 727 luciendo una madreperla en el ojal de su elegante traje negro.
Para entender la complejidad del caso hay que viajar en el tiempo y regresar a aquel 24 de noviembre de 1971. Un hombre de mediana edad, alto, frente ancha, orejas de soplillo, abrigo y corbata negros y traje impecable compra un billete en Portland bajo el nombre de Dan Cooper -un error periodístico le añadiría una B al nombre unas horas después, cincelándolo así en la historia- . Va a tomar el vuelo 305 de Northwest Orient Airlines con destino a Seattle. Se sienta en la última fila de aquel avión en el que viajan 36 pasajeros y seis tripulantes y pide un bourbon con soda. Al despegar le entrega a la azafata una nota. Florence Schaffner, de 23 años, se la guarda en el bolsillo sin prestar atención: según contó más tarde, los pasajeros le hacían proposiciones sexuales constantemente, así que pensó que ésta sería una más. Pero Cooper reacciona de inmediato: "Señorita, mire la nota. Tengo una bomba". En el papel, el hombre de la madreperla en el ojal le informa de que está secuestrando el avión, le indica que lleva una bomba en el maletín y le pide que se siente a su lado para recibir instrucciones. "Quiero que, cuando aterricemos en Seattle, me entreguen 200.000 dólares. También quiero cuatro paracaídas. Recarguen combustible en cuanto aterricemos y no hagan tonterías o hago explotar esto". Mientras la azafata se acerca hasta la cabina para informar al piloto de la situación, D. B. Cooper esconde su rostro tras unas gafas oscuras que utilizará hasta saltar del avión.
"Los otros pasajeros apenas le recuerdan, porque el piloto nunca les comunicó que el avión había sido secuestrado. Se les dijo que había problemas mecánicos y que por eso iban a tardar más en aterrizar. De ahí que la identificación siempre haya sido difícil", explica a EL PAÍS Skipp Porteous en entrevista telefónica. El retrato robot que se hizo de Cooper se apoyaba sobre todo en las declaraciones de la azafata Schaffner. "Y ella ha dicho que la foto de Kenny Christiansen es la que más se parece al secuestrador de todas las que le han enseñado a lo largo de los años", relata orgulloso. "Pero el FBI no se ha preocupado de buscar a las otras azafatas para mostrársela. Ésa es una de las cosas que aún tengo que hacer", continúa.
Aquella noche de lluvia, D. B Cooper saboreó tranquilamente su bourbon mientras esperaba el aterrizaje con aire de perfecto caballero. Cuando finalmente el avión llegó a Seattle, los pasajeros desembarcaron sin el menor rasguño y ajenos a la realidad del secuestro. D. B. Cooper no se inmutó. Esperó a que le entregaran los 200.000 dólares en billetes de 20 y los paracaídas. Negoció la salida de dos azafatas y se quedó con una tercera, Tina Mucklow, la que hoy busca Porteous. Hecha la transacción, ordenó al piloto que se dirigiera hacia Reno (Nevada). Le dio órdenes concretas respecto a qué altura volar, a qué velocidad y cómo colocar las alas del avión, y le especificó que no sellaran la puerta de atrás. El Boeing 727 era el único modelo con unas escalerillas que permitían utilizar esa puerta para saltar y, evidentemente, el secuestrador conocía esos detalles. D. B. Cooper repartió los cinco kilos que pesaba el dinero por todo su cuerpo, invitó a la azafata a encerrarse en la cabina con el piloto y se quedó solo.
Nadie sabe lo que pensó en aquel momento, cuando abrió la puerta del avión y se enfrentó al frío y a la fuerte tormenta que arreciaba fuera. A sus pies, a más de 3.000 metros de distancia, el Estado de Washington y sus montañas escarpadas, sus glaciares y sus bosques infestados de osos esperaban para devorarle. O quizá no. Ése es el misterio.
"D. B. Cooper era mi hermano Kenny y sí sobrevivió". Lyle Christiansen contactó en febrero los servicios de la agencia de Porteous para que le hiciera llegar a la escritora, directora de cine y guionista Nora Ephron la carta en la que detallaba cómo había llegado a la conclusión de que su hermano era el secuestrador desaparecido y en la que le proponía que escribiera el guión para una película. Porteous entregó la carta, que Ephron ninguneó y, al no obtener respuesta, Christiansen insistió. Su tenacidad provocó la curiosidad de este peculiar detective, que iba para cura y cambió los hábitos por investigar lo mundano. "Cuando le empecé a pedir datos y a contrastarlos, entendí que estaba ante el caso más importante de mi vida. Hay demasiadas coincidencias", confiesa Porteous, quien, tras tres décadas de profesión, aún aspira a los 15 minutos de fama de que hablaba Andy Warhol.
"Kenny Christiansen se compró una casa en Bonney Lake, en el Estado de Washington, apenas un año después del secuestro con dinero en metálico. Trabajó como mecánico y como jefe de cabina para la compañía Northwest Airline, lo que explicaría su conocimiento del avión secuestrado. Sin embargo, cubría rutas de larga distancia, lo que explicaría que aquella tripulación no le conociera. Y lo más importante, había sido paracaidista en el Ejército e incluso había hecho paracaidismo de riesgo para sacarse dinero extra".
Esto fue lo que le dijo Lyle Christiansen a Porteous cuando comenzó a describir a su hermano, un tipo "diferente, solitario y reservado, fascinado con el recuerdo infantil de fajos de billetes de 20 dólares", al que apenas se le conocían amigos y que jamás se casó. Pero, además, en su lecho de muerte, Kenny quiso hacerle una confesión a Lyle: "Hay algo que deberías saber, pero no te lo puedo decir". La realidad es que Kenny Christiansen era homosexual, algo que nunca comunicó oficialmente a su hermano. "Quizá fuera eso lo que le quiso decir, ya que vivieron una época en que no era fácil salir del armario. Pero quizá su secreto fuera otro...", sugiere Porteous, quien también cuenta que Kenny le legó su casa a uno de sus compañeros sentimentales.
El misterio que ha rodeado la identidad de D. B. Cooper y que pesa sobre el FBI desde hace 36 años ha alimentado sin cesar el imaginario colectivo en torno al que llegó a ser el criminal más buscado de Estados Unidos. "Fue un increíble triunfo en la batalla del hombre contra la máquina. Un solo individuo contra la tecnología, las grandes empresas, el sistema. Por eso se le retrata como un curioso Robin Hood, que toma de los ricos, o al menos del poder. Da igual si se lo da a los pobres o no", reflexionaba durante el 25º aniversario del secuestro el sociólogo Otto Larsen, de la Universidad de Washington.
En Ariel, un vecino llamado Richard Purdy escribió tras el secuestro la primera de las muchas canciones sobre el caso, titulada He Story of D. B. Cooper, en la que ya se le mitificaba. En el Estado de Washington aparecieron en 1972 las primeras camisetas con la pregunta "D. B. Cooper, ¿dónde estás?". Hoy, su retrato robot es un icono pop que incluso decora ceniceros que se venden online. Hasta la zona se acercaron cientos de cazarrecompensas en busca de un cuerpo y miles de dólares que algunos persiguieron feroces en las turbias aguas de un lago local ayudados de un submarino. Pero lo único que apareció fueron 5.800 dólares en descomposición junto al río Columbia en 1980. Se escribieron libros, novelas y, por supuesto, Hollywood trató de explotar el potencial dramático de la historia con una película, Un millón de dólares en el aire, que, aunque tenía actores de calidad, como Robert Duvall, se perdió en la bruma de la mediocridad.
En cuanto a los sospechosos, los ha habido de toda índole. Desde John List, un asesino en serie, hasta Richard McCoy Jr., uno de los cuatro hombres que secuestraron aviones al estilo D. B. Cooper unos meses después. McCoy fue arrestado a los pocos días de escapar de un avión en Denver (Colorado) con medio millón en su paracaídas, pero el FBI nunca pudo probar que también fuera D. B. Cooper.
Después hubo gente como Max Ghunter, quien en su libro D. B. Cooper, what really happened? (¿Qué ocurrió en realidad?) afirmaba haber mantenido correspondencia con el secuestrador durante 10 años. Y una mujer, Jo Weber, que en 2000 denunció que su marido, Duane Weber, le dijo antes de morir que era el secuestrador desaparecido. Hubo quien incluso dio entrevistas bajo ese nombre. Pero ningún sospechoso cambió la tesis principal de la investigación del FBI, que aún sostiene que D. B. Cooper falleció al saltar del avión. "He visto y oído de todo, y nadie ha podido probar que sobreviviera", afirma Ralph Himmelsbach, el agente retirado que más años ha trabajado en el caso. No obstante, la agencia abrió hace un mes los archivos del caso con la esperanza de poder llegar a cerrarlo algún día.

El FBI también ha descartado a Kenny Christiansen porque no ve parecido físico con el secuestrador, que en teoría era más corpulento y con otro color de ojos. "Pero hay fotos en que sí son idénticos. Tampoco parecen cuadrar las pruebas de ADN, pero yo cuestiono el tipo de evidencias que recogió en su momento el FBI, así que ahora todo depende de pruebas circunstanciales. Además, el FBI jamás admitiría que yo tengo razón. Después de los millones que se han gastado, nunca dejarían que les robara el caso", clama Porteous. "Tengo que averiguar dónde estaba Kenny Christiansen aquel 24 de noviembre. Necesito encontrar a alguien a quien le hubiera confesado su identidad y tengo que conseguir los archivos de Max Ghunter para contrastarlos. El secuestrador le escribió una carta. Ahí podría haber una importante prueba de ADN".

Mientras todo eso ocurre, este fin de semana se habrán vuelto a reunir en Ariel, como cada año desde 1971, quienes no quieren creer en la muerte de su Robin Hood. Carl Steinwachs, un vecino local, explicaba hace 25 años en The New York Times las razones de aquella comunidad para resistirse a enterrar a D. B. Cooper. Sus argumentos sobre la hazaña del héroe son tan actuales como entonces: "Todo el mundo intenta ganarse el pan, pero todo está en contra del hombre corriente. Mira a los políticos: ganan las elecciones y enseguida roban dinero. Como las grandes empresas. D. B. Cooper fue un hombre corriente que hizo lo mismo pero abiertamente, no como las multinacionales y los políticos que lo hacen a escondidas. Tuvo que pensarlo, planearlo y ejecutarlo. Yo creo que lo consiguió. Es un héroe y odiaría descubrir que murió en el intento".
Barbara Celis
El Pais

lunes, 12 de noviembre de 2007

Una historia de la policia española

En la Jefatura Superior del Cuerpo Nacional de Policía de Galicia, situada físicamente en La Coruña, se ofrece al público uno de los museos más interesantes y originales de la oferta cultural en el noroeste de España

Inaugurado oficialmente el 23 de mayo de 2006, el origen de esta extraordinaria recopilación histórica lo encontramos en una pequeña colección de elementos policiales que data de 1999. Con el paso de los años, y apelando a la colaboración de historiadores, funcionarios de policía, archiveros, etc, se han podido reunir las más de 2000 piezas que hasta el momento componen este museo.

Distribuido en ocho salas, ordenadas cronológica y temáticamente, permite percibir nuestra historia reciente a través de la evolución de la policía; sus técnicas de investigación, los casos más representativos, las nuevas tecnologías, etc.

En total más de 500 metros cuadrados, debidamente habilitados para su función museística, que recogen colecciones de uniformes, fotografías, emblemática policial y de otros cuerpos, elementos de la uniformidad, armas de fuego y blancas, guiones y banderines, material intervenido en diferentes operativos policiales, así como medios empleados por las Brigadas de Policía Judicial, Extranjería y Documentación, Trasmisiones o Policía Científica, y abundantes documentos y bibliografía de interés histórico.

Una historia que arranca en la Real Celula de 1824, por la que el Rey D. Fernando VII ordena la creación de la Superintendencia de Policía del Reino, y que alcanza al actual Cuerpo Nacional de Policía, desplegado en un total de 14 ciudades de toda la Comunidad Autónoma de Galicia. Y donde el visitante puede encontrarse, además, con algunos de los casos criminales que, de una forma u otra, marcaron la historia de España; desde la documentación falsa de Urrusolo Sistiaga, y los manuales de entrenamiento de ETA, a Manuel Blanco Romasanta, el “hombre-lobo” de Allariz.

El museo policial es un proyecto en continua evolución, que permanece abierto a las donaciones de funcionarios, historiadores, archiveros, etc, que deseen recuperar el patrimonio histórico de este cuerpo, enriqueciendo aún mas las vitrinas y expositores de estas salas. Salas que permanecen a disposición del visitante gracias al trabajo del Conservador del museo, Inspector Fernández Barallobre, y el coordinador de las visitas al mismo, subinspector Roye.

Distribución del museo

Sala 1: Sala de la Constitución

Sala 2: Colección de Uniformes. Emblemática policial. Fotografías antiguas.

Sala 3: Sala de armas. Armas de fuego. Armas blancas. Vexilología.

Sala 4: Colección de documentos. Mobiliario.

Sala 5: Tedax. Documentación. Lucha antiterrorista. Caballería. Policía Judicial.

Sala 6: Policía Científica.

Sala 7: Transmisiones

Sala 8: Sala del crimen.

Localización; Centro Policial de Lonzas.
C/ Médico Devesa Núñez, 4
La Coruña
Teléfono 981 166 300
Manuel Carballal

domingo, 11 de noviembre de 2007

Pekka-Eric Auvinen: el último spree-killer europeo

Finlandia se interrogaba este jueves sobre los móviles del estudiante de 18 años que mató fríamente un día antes en su colegio a ocho personas y sobre las condiciones en que llevó a cabo esta masacre, que causó estupor en un país donde la violencia es bastante rara.

Los investigadores se activaban este jueves en Tuusula, pintoresco pueblo de 30.000 habitantes situado a orillas de un gran lago a 40 kilómetros de Helsinki, escenario de una de las peores tragedias de las últimas décadas en Finlandia.

"Según los primeros indicios, él (Pekka-Eric Auvinen) actuó al azar, pero este punto es investigado aún", declaró Jan Olof Nyholm, uno de los investigadores, en una conferencia de prensa.

El instituto, en torno al cual la policía estableció un perímetro de seguridad y cuyos alrededores se encuentran vigilados por soldados, cerró sus puertas por lo menos hasta el fin de semana.

"En el lugar se encontraron 69 casquillos", declaró Nyholm en una rueda de prensa llevada a cabo en Vantaa, una localidad cercana a la de Tuusula, donde tuvo lugar la tragedia. Pekka-Eric Auvinen tenía en su poder un total de 389 balas, incluidas las 69 disparadas.

Los investigadores hicieron públicas este jueves fotos de los daños de los disparos en el centro de enseñanza secundaria, como numerosos cristales rotos por bala y el pasillo que intentó incendiar.

"Se encontraron líquidos inflamables en el lugar. Probablemente intentó incendiar el segundo piso. Esparció líquido por las paredes y el suelo", añadió Nyholm, que no explicó la naturaleza exacta de esos líquidos ni el por qué del gesto de joven. "Según las primeras indicaciones, actuó al azar, pero este punto se está investigando", agregó. El joven también dejó una carta "de despedida" para su familia, que la policía entregó a sus allegados.

En ella, expuso las mismas reivindicaciones que ya explicó en el vídeo que publicó en el portal de internet YouTube. La policía consideró que Auvinen actuó solo y no encontró ningún otro arma cerca de él.


El joven mató a la directora (61 años), la enfermera (42), una estudiante de 25 años y a cuatro compañeros de entre 16 y 18 años.

Todas las víctimas fueron identificadas el miércoles por la noche. Todas recibieron más de un disparo en la cabeza y no pudo hacerse nada para salvarles la vida.

Los investigadores se negaron a precisar en qué orden fueron asesinadas. Tampoco pudieron precisar cuándo publicó el asesino en YouTube el vídeo en el que anunciaba la matanza que pensaba cometer.

El drama se desarrolló al parecer en 20 minutos. A las 12H04 (10H04 GMT) las fuerzas especiales oyeron la última detonación. Se trataba, según las primeras deducciones, del momento en que el asesino se disparó un tiro en la cabeza. Falleció poco después de las 22H00 en el hospital.

El joven autor de la masacre, descrito como alguien apasionado por las armas de fuego, también era calificado como "normal y afable", aun cuando él mismo aseguraba que su misión era erradicar "a los fracasados de la raza humana".

Pekka-Eric Auvinen, de 18 años, era el mayor de una familia "normal". Vivía con sus padres, tenía un hermano y su escolaridad se desarrollaba sin tropiezos. Carecía de antecedentes penales, según los investigadores.

Sin embargo sus profesores lo describen como un muchacho complejo y brillante, torturado, depresivo y a veces víctima de las burlas de algunos de sus compañeros.

Todo indica que había planeado minuciosamente su acción asesina. Ante todo, la fecha: el 7 de noviembre marcaba este año el 90o. aniversario de la Revolución de Octubre, la toma del poder por los bolcheviques en Rusia.
Estudiante de último año de bachillerato, Pekka-Eric Auvinen era sensible a las ideas radicales, tanto de derecha como de izquierda, y manifestaba un gran interés por la historia de las revoluciones, como testimoniaron sus profesores.

Según sus compañeros, no ocultaba su admiración por Hitler y Stalin.

En segundo lugar la manera como actuó: había hecho difundir recientemente bajo el pseudónimo 'Sturmgeist89' ("espíritu de tempestad" en alemán) un vídeo llamado 'Jokela High Scool Massacre, 7 de noviembre de 2007'.

El vídeo muestra el instituto de Jokela y luego a Pekka-Eric apuntando a la cámara con una pistola, mientras se escucha música hard-rock.

La mañana del drama publicó "un programa" sumamente preciso de la masacre: "objetivo: colegio Jokela, alumnos y profesores, sociedad, humanidad, raza humana. Tipo de ataque: asesinato masivo. Nombre del asesino: Pekka-Eric Auvinen. Arma: pistola semiautomática .22 Sig Sauer Mosquito".

Según algunos testimonios, el joven no cesó de dar alaridos durante el ataque, "gritaba: !esto es el infierno, la revolución! !Hagan algo!".

Uno de sus compañeros de clase dijo que en los últimos días se comportaba de "manera extraña" y había comenzado a pintar escenas de masacres con armas de fuego.

"Probablemente dirán que estoy enfermo, loco o que soy un psicópata (..) No, la verdad es que soy sólo un animal, un humano, un indviduo, un disidente", escribió. Desde hacía tres semanas poseía un permiso para usar armas y era miembro de un club de tiro deportivo.

viernes, 9 de noviembre de 2007

Llega la nueva "huella dactilar" genética


A partir de hoy, viernes 9 de noviembre de 2007, la policía, la Guardia Civil y las policías autonómicas dispondrán de un gran banco de datos de identificadores genéticos obtenidos a partir del ADN (ácido desoxirribonucléico), útiles para el esclarecimiento de todo tipo de delitos. "El ADN será la huella dactilar del siglo XXI", asevera el comisario general de Policía Científica, Miguel Ángel Santano. Después de 10 años de debate, dudas y recelos ante un mundo todavía desconocido y misterioso, de fronteras muy procelosas, las Cortes han abierto la puerta a las investigaciones policiales basadas en la genética. Todavía con ciertas cautelas. Por el momento, ninguna organización social o jurídica se ha opuesto públicamente a este proyecto.

Cuando hace un decenio empezó a barajarse la posibilidad de crear este tipo de ficheros, los políticos tenían tantas reticencias que pensaron colocar a un juez al frente de este organismo para garantizar la legalidad. También llegaron a pensar que tales bancos de datos debían ser exclusivos para delincuentes ya condenados. "¿Para qué queremos el perfil genético de una persona ya sentenciada? Esta herramienta es útil si podemos emplearla para descubrir a los criminales y, si no, no vale para nada", objetaron entonces policías y guardias civiles.

"Lo difícil para cualquier persona será no dejar un rastro de ADN en cualquiera de los sitios por los que ha pasado", según coinciden el comisario Santano y el teniente coronel Francisco Montes, jefe del laboratorio de Criminalística de la Guardia Civil. Éste recuerda, por ejemplo, que el perfil genético del supuesto asesino del alcalde de Fago (Huesca), muerto a tiros el pasado enero, fue obtenido a partir de una gotita de sangre y unas microscópicas células de tejido epitelial dejado por el agresor en el volante del coche de la víctima, Miguel Grima.

La ley orgánica 10/2007, que entra hoy en vigor, recoge en su preámbulo que "el ácido desoxirribonucléico (ADN), componente químico del núcleo celular, se ha convertido en un instrumento esencial de las técnicas que la moderna medicina forense utiliza para las investigaciones de delitos".

El texto legal recuerda que el ADN fue utilizado para identificar y condenar al culpable de un delito por primera vez en el Reino Unido en 1988. Y añade: "El uso de los datos relacionados con el ADN en el ámbito de la persecución de delitos cuenta hoy con numerosas dificultades, especialmente en lo relativo a su obtención y registro de cara a su empleo en el curso de ulteriores investigaciones. Ello viene dado tanto por el carácter sensible que dichos datos tienen y el importante grado de protección con que, naturalmente, deben contar, como por la inexistencia de un marco jurídico que regule adecuadamente su empleo".


En el año 2003, una modificación en la Ley de Enjuiciamiento Criminal vino a dar amparo a la extracción de ADN con fines policiales, pero no contempló la posibilidad de crear una base de datos "centralizada e integral", incluso sin conocimiento expreso del interesado. Esto es, precisamente, lo que trata de resolver la ley que hoy entra en vigor, "a la vista de que la obtención de datos exclusivamente identificativos a partir de una muestra de ADN se puede realizar de manera rápida, económica y escasamente limitadora de los derechos ciudadanos".
Este banco de datos no empieza de cero, ya que a finales de 2004 se unificaron las bases de la policía y la Guardia Civil, de tal forma que ya hay más de 45.000 perfiles genéticos almacenados, obtenidos de muestras biológicas encontradas en las escenas del delito a partir de colillas, pelos, saliva, semen, etcétera.

"Nosotros obtuvimos en 2006 unos 2.000 perfiles genéticos. En 2007 aumentamos hasta 10.000, lo que nos supuso un coste de 750.000 euros. El próximo año tenemos previsto obtener otros 20.000 perfiles más", explica el teniente coronel Montes.

"Esta técnica es muy cara", dice el comisario Santano. "La obtención de cada perfil genético, desde la extracción de la muestra hasta el resultado final, nos cuesta unos 74 euros por perfil genético", detalla Montes. Esto supone que, en la práctica, ambos cuerpos serán comedidos y no harán un uso masivo de esta técnica.

A partir de hoy, y bajo la supervisión de la Agencia de Protección de Datos, a esa base conjunta se sumarán la Ertzaintza y los Mossos d'Esquadra. Pero no sólo ésos, sino también los registrados en los 27 países de la UE, gracias al Convenio de Prüm (Alemania) firmado el 27 de mayo de 2005. Será un proceso que llevará su tiempo, pero en un par de meses comenzará el intercambio de archivos con Alemania y Austria. Sólo en Reino Unido hay 3 millones de perfiles genéticos en manos de la policía.

La ley que hoy entra en vigor es el resultado de casi 10 años de debate parlamentario. Ya en junio de 1998 el Congreso aprobó una proposición no de ley que instaba al Gobierno a regular el uso de los análisis de ADN en la investigación de paternidad y en determinados delitos. Todos los partidos del arco parlamentario expresaron entonces dudas, reticencias y suspicacias, ante el temor a que el desarrollo de estas técnicas policiales pudiera invadir la intimidad de las personas.
La nueva norma legal asegura que contiene una "salvaguarda" para evitar cualquier vulneración del derecho a la intimidad. "Sólo podrán ser inscritos aquellos perfiles de ADN que sean reveladores, exclusivamente, de la identidad del sujeto -la misma que ofrece una huella dactilar- y del sexo, pero, en ningún caso, los de naturaleza codificante que permitan revelar cualquier otro dato o característica genética".

El ADN que se analiza con fines policiales es fundamentalmente ADN no codificante, que es el más variable entre las personas y por ello permite identificar y diferenciare a unos individuos de otros. "Sería como la actual huella dactilar, que es única e irrepetible en cada ser humano, pero que no aporta ninguna información sobre las características íntimas del individuo", señalan los expertos policiales.

"Sólo hay una parte de nuestro ADN codificante que se utiliza con fines forenses para identificar: un pequeño fragmento de un gen llamado amelogenina, que nos ofrece información sobre el sexo de la muestra biológica sometida a análisis (sangre, saliva, semen, pelo o restos óseos) y, como resultado de ello, del individuo al que pertenece", explica una química del laboratorio del Cuerpo Nacional de Policía. "Por tanto, nunca se analizan los 3.000 millones de eslabones de la cadena genética, sino pequeños fragmentos de la larga cadena, llamados marcadores genéticos", remacha la misma experta.

Los estudios policiales utilizan 16 marcadores genéticos, que son únicos para cada persona y que, al ser cotejados con los del sospechoso de un delito, arrojan unas probabilidades del 99,99999%. Solamente son idénticos los marcadores genéticos de los gemelos univitelinos (nacidos de un mismo óvulo).

¿Y qué datos pasarán a engrosar los ficheros genéticos del Cuerpo Nacional de Policía y Guardia Civil? Responden los legisladores: "Los datos identificativos extraídos a partir del ADN de muestras o fluidos que, en el marco de una investigación criminal, hubieran sido hallados u obtenidos a partir del análisis de las muestras biológicas del sospechoso, detenido o imputado, cuando se trate de delitos graves y, en todo caso, los que afecten a la vida, la libertad, la indemnidad o la libertad sexual, la integridad de las personas, el patrimonio siempre que fuesen realizados con fuerza en las cosas, o violencia o intimidación en las personas, así como en los casos de la delincuencia organizada". ¡Casi nada...!

Según admiten el comisario Santano y el teniente coronel, Montes, ahí están comprendidas prácticamente todas las modalidades delictivas: los asesinatos, las violaciones, las agresiones, los atracos, los tirones de bolsos, los robos de coches, los asaltos de viviendas...

El Ministerio del Interior calcula que a partir de ahora se tomen anualmente alrededor de 30.000 muestras "indubitadas" (cuyo propietario está perfectamente identificado). La policía y la Guardia Civil estiman que así podrían esclarecerse el 45% de los delitos, que es el porcentaje en el que se puede obtener una prueba de ADN. La inscripción de estos datos no precisará el consentimiento del afectado e, igualmente podrán inscribirse perfiles de personas que, sin ser sospechosas, ni detenidas ni estén imputadas, consientan expresamente a su inclusión.

Esta base de datos utiliza como soporte el sistema de almacenamiento CODIS, creado por el FBI. El director general de la Policía y de la Guardia Civil, Joan Mesquida, se reunió hace unos días con responsables del FBI para profundizar en el funcionamiento de esta base de datos central, así como el laboratorio específico que EE UU tiene para la lucha antiterrorista y que analiza no sólo los perfiles genéticos humanos.

La conexión de España con los ficheros genéticos de otros países permitirá también desenmascarar a los autores de miles de hechos delictivos presuntamente cometidos por extranjeros. "Y no hay que olvidar que en España hay cientos de miles de extranjeros, y que la facilidad de comunicaciones permite que una persona esté ahora en Madrid y sólo unas horas después aterrice en Bucarest o Berlín", concluye un policía especializado en lucha antimafias.


Una técnica experimental para el 11-M
Los últimos avances científicos han revelado que es posible estudiar otros marcadores genéticos denominados SNPs (Single Nucleotide Polymorphisms), extraídos del ADN codificante y de los que es factible obtener información sobre el color de los ojos, del pelo, de la piel o del origen étnico del individuo al que pertenece. ¿No sobrepasa esto lo dispuesto por la ley? "No, porque no compromete la intimidad, ya que se trata de características físicas externas del individuo, es decir, que están a la vista de las demás personas", sostiene el comisario Miguel Ángel Santano. "Es posible que en un año tengamos plenamente desarrollada esta técnica y que sea autorizada por la ley y por los jueces", declara.El estudio del origen étnico de una muestra biológica ya se ha experimentado, con permiso judicial, en un ADN hasta ahora anónimo relacionado con las investigaciones de la matanza del 11-M, según fuentes policiales. La conclusión es que el dueño de ese ADN es un europeo, no un africano, como se sospechaba.

Jesus Duva
El Pais